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Suspiros de Moya, un dulce tradicional de Gran Canaria

La repostería en Moya, un hermoso rincón de la isla de Gran Canaria, es un auténtico testimonio de la rica herencia culinaria y la identidad de esta encantadora localidad. La preparación de sus postres tiene raíces que se remontan a generaciones atrás, y las recetas y técnicas se han transmitido de familia a familia, creando así pequeñas empresas con un toque familiar. Hoy, queremos destacar los famosos suspiros de Moya.

Moya, la joya del norte canario La Villa de Moya se encuentra en la zona norte de Gran Canaria, a una distancia de 25 kilómetros de la capital de la isla, Las Palmas de Gran Canaria. Para llegar a Moya, los visitantes deben tomar la carretera (GC-2), que serpentea por la costa norte de la isla. Si decides viajar en coche desde Las Palmas de Gran Canaria, el trayecto es fácil de alcanzar y dura aproximadamente 30 minutos.

Moya emergió como un núcleo poblacional moderno debido a la necesidad de establecer actividades agrícolas y razones religiosas. Los repartos de tierras y aguas tras la conquista de Gran Canaria, junto con la topografía del lugar, influyeron en la distribución de la población, creando asentamientos dispersos por encima de los 600 metros de altitud, en la Montaña de Doramas, y concentrados por debajo de esa cota, en el casco de Moya.

La renombrada repostería de Moya

En Moya, no podemos hablar de «verde era mi valle», ya que el terreno es montañoso, pero sí podemos afirmar que el aire huele a verde, al verde de su exuberante vegetación natural, a los campos de plataneras y a los huertos de papas y millo.

Estamos en el norte de la isla, donde antaño, la gente solía disfrutar de una repostería casera. Algunas mujeres en la comunidad se especializaban en esta deliciosa tarea y ofrecían sus servicios para celebraciones especiales como visitas anunciadas, bautizos o bodas. Quienes necesitaban estos servicios proporcionaban los ingredientes, como los huevos, y la repostera se encargaba del resto.

Con los ingredientes provistos por sus vecinos, la repostera horneaba deliciosos bizcochos y suspiros. En aquellos tiempos, la única panadería en el pueblo era la de la señora Antonia. Cha Manuela solía acudir allí para hornear sus bizcochos, aprovechando el horno comunitario. Con su antiguo lebrillo bien preparado y un batidor de madera, demostraba su habilidad culinaria.

Otras mujeres del pueblo siguieron el legado de Cha Manuela, aprendiendo la receta y las habilidades necesarias para preparar los bizcochos y suspiros de Moya. Es así como llegamos a Cha Jacinta, quien accidentalmente descubrió la forma única en la que se hacen hoy en día los bizcochos y suspiros de Moya.

Cómo preparar los deliciosos suspiros de Moya

Estos exquisitos suspiros de merengue canarios, conocidos también como «mimos», se hornean a baja temperatura durante una hora. Es importante destacar que se utiliza el doble de peso en azúcar con respecto a las claras de huevo.

Ingredientes

Claras de huevo, azúcar y unas gotas de jugo de limón.

Preparación

Comenzamos midiendo las cantidades de claras de huevo y azúcar. De acuerdo al peso de las claras, se utilizará el doble de peso en azúcar. Colocamos las claras de huevo en un recipiente y las rociamos ligeramente con unas gotas de jugo de limón.

A continuación, batimos las claras de huevo a alta velocidad mientras añadimos gradualmente el azúcar, asegurándonos de que se disuelva por completo y evitando la formación de grumos.

Una vez que el merengue está listo, lo transferimos a una manga pastelera y creamos pequeñas montañas sobre una bandeja de horno forrada con papel pergamino. Luego, introducimos la bandeja en el horno precalentado a 90 grados y horneamos durante 1 hora para que los suspiros queden perfectamente cocidos. Finalmente, retiramos los suspiros del horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla.

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